El Paso de Manuel Rodríguez por Los Rastrojos, San Vicente

Por Eugenio Bastías Cantuarias, investigador de la cultura folclórica.

La vida del guerrillero Manuel Rodríguez, el más celebrado y legendario de los protagonistas de nuestra Independencia, nos permite acceder a un sinnúmero de anécdotas, tradiciones y leyendas que tuvieron lugar, presumiblemente, en diversos puntos del valle central de Chile. Un reconocidísimo y prolífico escritor, novelista y cronista, Jorge Inostrosa, nos revela en una de sus interesantes crónicas la muy inteligente estratagema que explicaría varias apariciones simultáneas del guerrillero en diversos puntos situados en las provincias de Aconcagua, Santiago y Colchagua. Al respecto, se nos revela la existencia de una cofradía formada por Rodríguez junto a otros 9 amigos de toda su confianza, quienes se juramentaron para aparecer coordinadamente, vestidos a la misma usanza, con el objeto de acosar y distraer a las fuerzas realistas, durante la llamada Reconquista Española. He allí el origen posible del pasmo en las fuerzas enemigas y la admiración en el pueblo que causaron estos llamados “Diez Manueles Rodríguez”.

Pero una de las más famosas hazañas, sino la más, de las protagonizadas por Manuel Rodríguez en su quehacer libertario, fue la llamada escena del cepo, donde el guerrillero, viéndose sorprendido por una pequeña patrulla realista estando en casa de uno de sus amigos, nada menos que el juez local, hubo de ponerse en el cepo, instrumento de castigo para el delincuente, y fingirse borracho. Nada sospecharon los oficiales realistas y la leyenda quedó vibrando en la vieja casa, lamentablemente extinta, situada en Los Rastrojos.

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Manuel Rodríguez en el cepo. Ilustración tomada del blog Tercer Mileno, original de Walterio Millar en su Historia de Chile

Pero para recomponer en parte el perfil y el ambiente que contenía aquella vieja casa, contamos con el invaluable testimonio que aparece en la entrañable revista ferroviaria En Viaje [1]. En uno de sus reportajes se nos relata la visita a la ancestral casa de Los Rastrojos de tres personas: José Vargas Badilla, poeta colchagüino, Fernando González, fotógrafo sanfernandino, y el periodista Manuel Tapia. Y allí se nos dice:
“Sumisos al dictado de nuestra inquietud, en una luminosa tarde de marzo, olorosa a uvas y sandías lugareñas, partimos en demanda de Manuel Rodríguez hasta la localidad centenaria de Los Rastrojos, pequeño y polvoriento poblado, sito entre El Tambo y San Vicente de Tagua Tagua. Deseábamos conocer el escenario de una de las más destacadas aventuras del guerrillero: su autoencierro en los calabozos del Juez Celis, donde simuló la más completa borrachera, metido en un cepo destinado a los cuatreros que caían a aquel formidable tribunal. Allí hay material histórico para un libro y para un museo, material que si no se conserva cuidadosamente, se malogrará irremediablemente en medio de la mayor injusticia para los elementos históricos” –sentencia que, desgraciadamente, decimos hoy en 2014, se ha cumplido en nuestros días.

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Casa del Juez Celis en Los Rastrojos. Foto tomada en 1961 por Fernando González Ríos, revista En Viaje.

“Viven en este lugarejo colchagüino –continúa el reportaje- varios descendientes directos del gran juez de campo de la época de Rodríguez, gran amigo y colaborador de las hazañas patrióticas del guerrillero. Y, lo inaudito, algunos habitan la misma casa, los mismos estrados y los mismos calabozos que sirvieran al tribunal regido por don Juan de Dios Celis, que éste sería, según los descendientes, el verdadero nombre del juez de entonces.”

“Nuestra entrevista se concretó en don Clodomiro Celis, por ser el jefe de ese histórico hogar. La hacienda de US don Juan de Dios en aquella época secular era muy extensa, por lo menos unas mil cuadras, asegura don Clodomiro. De esa hacienda, nido de patriotas y guerrilleros, quedan en poder de don Clodomiro Celis y su señora madre solamente una veinticinco cuadras.”

“En un silencio reverente –continúa el texto que nos ocupa- casi religioso pero sincero, a una invitación del señor Celis, nos internamos por los interiores de aquella reliquia de nuestra historia, que ciento cincuenta y un años han respetado, permitiéndole erguirse sobre sus sólidas vigas y postes de peral y sobre sus recios adobes de la arquitectónica gleba colchagüina.”

“Ahí están la pieza del estrado, la bodega de los calabozos, los portones, puertas y ventanas. El resto del vetusto caserón formaba la residencia particular del magistrado, amplia, asoleada y ventilada, con los purísimos aires de Colchagua, perfumados de naranjos, melones y romances.”

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Bodega donde el Juez Juan de Dios Celis tenía sus cepos y calabozos, lugar donde estuvo Manuel Rodríguez. Foto tomada en 1961 por Fernando González Ríos, revista En Viaje

“El cepo que mantuvo al patriota inmovilizado mientras duró la visita de los ingenuos talaveras, se conservó intacto hasta 1930. Consistía en un enorme madero hueco, con agujeros para el cuello y los pies de los detenidos, donde eran aherrojados y suspendidos en el aire o tendidos en el suelo. En el año mencionado, un anciano de 90 años de edad, don Miguel Muñoz, lo hizo leña y fue quemado, sin que nadie reparara que podía haber sido una valiosa pieza de un museo histórico.”

No es de extrañar, decimos nosotros, que ni el edificio haya sido respetado por los sucesivos terremotos que han asolado la zona, hasta que el del año 2010 le haya dado el definitivo golpe.

Finaliza esta interesantísima crónica sobre la leyenda de Rodríguez asegurándonos que: “Como en las leyendas, seguramente el espíritu andariego de Manuel Rodríguez cabalgará por la única calle, rural y polvorienta, de Los Rastrojos, entre relinchos de caballos y mugidos de reses gritando, espada en mano, Aún tenemos patria, ciudadanos.”

 

[1] ‘Visita al calabozo donde estuvo Manuel Rodríguez.»En Viaje» N°338, diciembre 1961. 45-47’

 

San Vicente, jueves 5 de marzo de 2015